Mirando a un compañero de trabajo que está haciendo el Camino de Santiago. Le decía que cuando uno lo hace sólo o con un grupo reducido de personas, el camino es un espacio para conversaciones más trascendentes de las que uno no siempre tiene de forma habitual. Yo ya las tengo, me dijo, aunque no sea contigo. Cayendo en la cuenta de que hay muchas cosas que se me escapan. Sin hacer ningún juicio, veo que cada cual tiene su vida interior aunque yo no lo vea.