Conclusión
Hoy, el período en que escribí estos imperativos espirituales parece muy alejado en el tiempo. Leerlos ahora, ocho anos mas tarde, me hace tomar conciencia de los cambios radicales que sufrí. Avance hacia la liberación a través de la angustia, hacia la paz a través de la depresión, hacia la esperanza a través de la desesperanza. Para mi fue, con certeza, un periodo de purificación. Mi corazón, siempre cuestionando mi bondad, mi valor, mi merito, quedo anclado en un amor mas profundo y, por lo tanto, menos dependiente de las alabanzas y las culpas de quienes me rodean. También adquirí una mayor capacidad de dar amor sin esperar siempre amor a cambio.