Consciente de mi frialdad

Contemplando la despedida de una compañera de trabajo que tras cinco años de servicio cierra una etapa para irse a trabajar a Londres. Manifestando sus emociones, pudiendo decir malamente «me había propuesto no llorar». Contemplándome imaginativamente a mí mismo en la misma situación. Incapaz de llorar pese a que mis emociones afloran con facilidad, me hago consciente de mi frialdad. No sé muy bien qué hacer con esto ni cómo actuar. Lo pongo en tus manos llenas de paciencia, conformándome con poder soportarme puntualmente, porque me encantaría que fuera de otra manera.

Sueños de Dios

Ese era tu sueño, que fuera tuyo. Ese es tu sueño, que sea tuyo. Sigues soñando con la esperanza de que por fin tu sueño se haga realidad y sea tuyo. Yo, desde hace años no tengo sueños. Pero tú desde siempre, no has parado de soñar conmigo.

Llegando a límites inimaginables

Creemos con el corazón, creemos cuando amamos, amamos cuando creemos en los demás y en Jesús. Conformándonos a veces con pequeñas luces, luces parciales y momentáneas, la fe es el encuentro con Jesús mismo, la luz que ilumina toda nuestra existencia, la que nos hace llegar a límites inimaginables. Gracias, Señor, por aumentar nuestra fe.

La fe: una experiencia personal

La fe se aumenta con el encuentro con Jesús, incluso aunque sea momentáneo. Es una experiencia personal que nadie puede tener por mí, es conocer por uno mismo la bondad de Dios. Sin ser teórica, la fe me afecta y me cuestiona, se convierte en necesidad de amar a los demás y a Dios.

Rompiendo la cadena del frío

Situaciones bloqueadas, malentendidos, falta de comunicación y confianza, meteduras de pata, conversaciones sin terminar, disculpas no pedidas o no aceptadas, autojustificaciones, excusas, daños intencionados o sin mala intención. Situaciones no resueltas puestas en el congelador van ocupando espacio y acumulando peso. Comprando congeladores para proveer más espacio, consumiendo más y más energía para generar frío. ¿No sería mejor descongelar de vez en cuando? Perdón, arrepentimiento y reconciliación: el ABC para romper la cadena del frío.

En tiempo de desolación, no hacer mudanza

Demandando lo que quiero, que es conocer los engaños del mal espíritu y pidiendo ayuda para guardarme de ellos. Tentado por cambios exteriores, trabajos en el extranjero, que sin desarrollar lo interior parecen hacerme feliz. Recibiendo criterio y ayuda para vencer la tentación de hacer mudanza, de una huida programada en tiempo de desolación. Contemplando cosas que no me convienen, con apariencia de estar orientadas para mayor servicio y alabanza de los demás. Siendo paciente con cosas no tan apetecibles, con la confianza de esas sean las que de verdad necesito.

Contemplando al mal espíritu

Dedicando tiempo y esfuerzo constante durante todo un año para sacar adelante un trabajo de investigación. Intercediendo y animando a otras personas para que hagan lo mismo. Consigo que ellos presenten en una conferencia y al final yo me quedo fuera. Contemplando la acción del mal espíritu en mí: dedica tu esfuerzo a ti mismo, has potenciado a otros y tú te has quedado fuera, no hay que ser hermano y menos aún primo. Viendo que las cosas ocurrieron así sin mala intención de nadie, sigo trabajando gracias a mi Señor, celebrando el éxito ajeno como mío propio y dando gracias a Dios por todos los bienes recibidos.

Cuando el demonio no tiene qué hacer

Contemplando aquel refrán de que cuando el demonio no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas. Mirando a personas muy queridas que por no tener trabajo estable se abandonan en la apatía, el desánimo y la desesperanza. Sin mucho que hacer, abandonan poco a poco las pocas cosas que han hecho siempre. Porque la ocupación busca ayudar y ocuparse más. La desocupación atrae al mal espíritu que nos invita a hacer cada vez menos por cada uno y por otros.

Un encuentro serio

Un encuentro serio con el Señor puede cambiar nuestra vida, nos hace cambiar la mirada al mundo, comprometiéndonos con el servicio a los demás. Nos unimos a otros con el vínculo de una vida sencilla en hermandad, consagrando la vida al bien del prójimo. Ejercitando responsablemente el sentido de la libertad, confiando en el buen criterio que en conciencia tiene cada persona.

Lectio Divina 2013-11-17: La piedra que los constructores desecharon

Las palabras de Jesús anuncian un orden nuevo. Podrían interpretarse y aplicarse a cualquier momento de la historia: ¿ha tenido la humanidad algún momento en que no hubiera guerras, revoluciones o inestabilidad política o social? Pero aunque los tiempos que seguirán a la muerte de Jesús, especialmente la guerra contra los ocupantes romanos y la destrucción del Templo y la ciudad santa, sean peligrosos y sobrecogedores, ese no será el fin. En cierto sentido, para los cristianos seguidores del “nuevo camino” proclamado por Jesús, su actitud siempre se enfrentará a los poderes de este mundo, y esa lucha será una guerra constante a lo largo de la historia.