Una mirada interna a la realidad del VIH y otras enfermedades de transmisión sexual

Esta charla sobre el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual es continuación de una charla anterior sobre el VIH. En esta charla se habla con menos profundidad sobre el VIH y se abordan otras enfermedades de transmisión sexual aparte del VIH. Estuvo también a cargo de Iñaki Arrieta, que es médico de especialidad inmunología y trabaja para el Ayuntamiento de Madrid en el Servicio de Prevención y Promoción de la Salud. Para escuchar el audio de esta charla, pulsar aquí.

No con muchas palabras, sino con gran corazón

Un deseo incesante forjado en la fe, la esperana y el amor es una oración incesante. Es necesario que en el seno mismo de nuestra actividad, el deseo continúe la oración. No con muchas palabras, sino con gran corazón.

Conceptos sobre diversidad sexual

En esta sesión de formación que tuvo lugar el 11 de enero de 2013 en Barbieri 18 a las 20h, se abordarán conceptos generales sobre diversidad sexual. La charla correrá a cargo de Lola Martín que es socióloga, sexóloga y responsable del Área de formación y Estudios del Programa de Información y Atención a Homosexuales y Transexuales de la Comunidad de Madrid (PIAHT). Esta sesión, junto a la sesión del 18 de enero sobre la homofobia y cómo luchar contra ella y la del 30 de noviembre sobre conceptos legales sobre homosexualidad y transexualidad constituyen un curso de información que presenta y ha ofrecido este programa en numerosas instituciones. Para escuchar y descargar la grabación de audio de esta charla pulsar en el siguiente enlace. Las transparencias de la charla se encuentran en los ficheros adjuntos. Lola Martín, dio anteriormente en CRISMHOM otra charla más específica sobre transexualidad, que está relacionada con esta. Para escuchar el audio y la documentación asociada de esta otra charla, pulsar aquí.

 

 

 

 

 

Dios nos amó primero

Nosotros amamos porque Dios nos amó primero. El que dice: «Amo a Dios», y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? Este es el mandamiento que hemos recibido de él: el que ama a Dios debe amar también a su hermano. La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos que no son una carga, porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe.

Estáte tranquilo, soy yo

La barca estaba en medio del mar. Remaban muy penosamente porque tenían viento en contra. En la madrugada se acercó Jesús andando sobre el agua. Pensaron que era un fantasma, se pusieron a gritar, estaban sobresaltados. Tranquilizaos, soy yo; no temais. El viento se calmó. Tranquilizaos, soy yo; Estáte tranquilo, soy yo.

Hemos conocido el amor que Dios nos tiene

Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu. Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo. El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece en él. Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.

Así Dios nos manifestó su amor

Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.

En el lecho me acuerdo de ti

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.