La vida es un camino y cada situación y etapa nos interpelan y plantean sus propios retos. Con todo quizás podemos aspirar a seguir un camino que nos llene el corazón, aun con dudas o sin saber exactamente a dónde vamos. Quizás la gracia de Dios consiste en desear fervientemente gastar nuestra vida amando. Y a partir de aquí seguir aquellas pistas que sentimos nos permiten amar más y tener el corazón más grande.