Explorando los límites de la propia humanidad. Conviviendo con sentimientos de desconfianza, rabia, falta de generosidad. Sentimientos de los que no nos sentimos muy orgullosos; sin embargo rozan los límites de nuestra humanidad. Gracias, Señor, por sentirlos, por convivir con ellos, porque nos hacen más humanos. Gracias porque nos ayudan a descubrir que no somos tan buenos como nos pensábamos y a saber que si somos capaces de ir más allá de la rabia, la falta de confianza y generosidad, es gracias ti y no tanto gracias a nuestras limitadas capacidades humanas.