En buenos momentos, agarrarse a la gratitud de la acción de gracias, prescindiendo de nuestra autosuficiencia, aceptando el regalo de la consolación evitando pensar que es nuestro. En tiempo de desolación no hacer mudanza de los buenos propósitos que elegimos en la serenidad de momentos mejores y evitar insistir y regozijarse en la propia desolación. Atreverse a sospechar, poner en cuestión de nuestras decisiones para no engancharnos en nuestros deseos sin llegar a sospechar de todo y así poder vivir en un magis (un plus) que como decía Juan de la Cruz es propia del alma que anda en amor que ni cansa ni se cansa.