¿Homosexuales eneagramizados?

Los sábados 15 y 22 de febrero de 2014, tuvo lugar un taller sobre «El eneagrama» en CRISMHOM facilitado por Marta Reina Sánchez (médico) y María José Castejón (teóloga) que pertenecen al Instituto Secular “Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote”. A continuación se presenta una crónica de este evento.

 

¿Homosexuales eneagramizados?

¿Sabes qué es el eneagrama? No, ni idea. Lo cierto es que suena un poco raro, medio esotérico. ¿Y tú? ¿Sabes qué es el eneagrama? Pues mira, no me preguntes qué es, pero lo cierto es que he oído hablar, es algo para conocerse a uno mismo y tengo curiosidad. Escuchaba comentarios así cuando anunciaba este taller en CRISMHOM, una asociación de personas homosexuales cristianas de Madrid, intentando explicar lo que ni yo mismo acababa de comprender bien.

Curiosidad, deseo de conocer y conocerse, parecían los motores de las personas que a duras penas se fueron apuntando a última hora a este taller. Estas cosas parece que siempre nos cuestan, «no nos acaban de apetecer». Esto de asignar números a personas, por mucho que esos números se asocien a estructuras de personalidad, es puro encasillamiento, castillos fuera de la realidad. Con estos preliminares comenzó este taller en que se poco se habló de homosexualidad, porque las personalidades de cada uno van mucho más allá que la simple y anecdótica orientación sexual. En medio de parejas y hasta madres heterosexuales se congregó un rico y plural grupo de diecisiete personas con un espectro de edad entre veinticinco y ochenta años.

Como si fuera el dúo dinámico, Pepi y Marta, Marta y Pepi, aterrizaron allí en una mañana de sábado, esperando a un impuntual y atacado organizador en medio de una llovizna húmeda. Su objetivo, enseñarnos un método, una herramienta entre muchas para aprender a saber quiénes somos: el eneagrama. El taller empezó con la descripción de un símbolo ancestral con más de dos mil quinientos años de historia: un círculo con un triángulo que une tres vértices y otros seis más, conectados con una hexada de trazos. Sobre este símbolo, una elaborada teoría psicológica del siglo XIX. Tres fuerzas trinitarias: entrañas, corazón y cabeza; cada una agrupa a tres tipos de personalidad, interconectadas entre sí por progresiones y degradaciones de unas a otras. Hasta aquí, tenían razón aquellos: esto es medio esotérico.

Ya lo dejaron Pepi y Marta claro desde el principio: esto es sólo para saber qué número somos, es el preescolar del eneagrama, es una experiencia en la que no os vamos a hacer interrogatorios; aquí cada cual comparte según se vaya sintiendo. ¡Qué inmenso acierto! Todos los números son de oro, al mismo nivel, como lo somos todas las personas, sin referencias moralizantes. ¡Nuevamente, qué gran acierto! Entre contagiosos ataques de risa de Marta y Pepi, las doce horas en dos sábados se nos pasaron en un santiamén. ¿Cuál es la clave? ¿Cómo lo lograron? Más de trescientas mujeres, la congregación de las Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote, aprendieron a conocerse y a quererse durante más de tres años gracias a este método facilitado por estas mujeres excepcionales. Con estos testimonios vividos en primera persona, no podían guardarse esta experiencia, tenían que compartirla enviadas por Cristo Resucitado: esa es su llave.

Nos enseñaron a encontrarnos y reconocernos en nuestra sombra, en las dinámicas que compulsivamente nos llevan a nuestra infelicidad y la de los que nos rodean. Ya nos advirtieron que por las luces, en todos los eneatipos nos reconocemos, pero por la sombra sólo en uno, el nuestro, el mismo con el que nacimos y con el que nos abrazará el Padre al final de nuestros días. Algunos no encontraron su eneatipo; quizá también el eneagrama tiene sus limitaciones. Sin duda, este taller es sólo un punto de partida. Otros en cambio, descubrieron que las razones de su infelicidad están escritas en los libros, que pueden trabajarlas y salir de ellas. Que lo que sienten desde siempre tiene nombre, a veces distinto al que siempre le hemos dado. ¡Qué gran liberación! Hemos descubierto que somos distintos, cada cual maravilloso cuando está bien centrado. Hay soluciones y mucho trabajo por hacer. Quizá nos faltaron más de nuestros propios testimonios, compartir nuestras vidas.

Muchos pensaron que nos falló un poco la gestión y reparto de tiempos, pero muchos nos quedamos con ganas de más. Pepi y Marta nos dijeron que fuimos quizá uno de los grupos con más formación de cuantos habían visitado. Gracias, porque si nosotros somos de los mejores formados, ciertamente vuestros destinatarios son los más pobres. Gracias Pepi, gracias Marta. Muchísimas gracias a todas esas mujeres excepcionales de vuestra congregación, que os enseñaron que lo que transmitís no os lo podéis guardar.

 


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