Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que hiciste, pues si algo aborrecieras no lo hubieses creado. Y ¿cómo subsistiría nada si tú no lo quisieras? O ¿cómo podría conservarse si no hubiera sido llamado por ti? Pero tú perdonas a todos, porque todo es tuyo, Señor, que amas cuanto existe». (Sabiduría 11, 24-26)