2018-05-03: «Con Jesús en misión»

«Con Jesús en misión»
 
CANCIÓN. Amando hasta el extremo (Maite López)
 
Déjame, Señor, mirarte bien por dentro,
entrar en tu Corazón y dejarme seducir
y que aumenten mis deseos de querer ser como Tú,
conocerte internamente, amarte y seguirte más,
apostar mi vida junto a ti.
Déjame verte, Señor,
amando hasta el extremo, dejándote la piel
entregando las entrañas, tus entrañas de mujer
en una toalla y un lebrillo, en un acariciar los pies
en un mirarnos hasta el fondo sin nada que reprochar
y sin nada que pedir, y con tanto para dar.
 
Yo, el Maestro y el Señor, ya no puedo amaros más,
pues como el Padre me ha amado, así os he amado yo.
Os dejo mi vida entera en este Vino y este Pan,
este Pan que soy yo mismo que me parto y que me doy,
mi deseo es que os améis de corazón.
 
Yo también os quiero ver,
amando hasta el extremo, dejándoos la piel,
entregando las entrañas como lo hace una mujer,
en una toalla y un lebrillo, en un acariciar los pies,
en un miraros hasta el fondo sin nada que reprochar
y sin nada que pedir y con tanto para dar.
 
Sí, te doy todo lo que soy para que sigas amando.
La lucha por la justicia entra en esta intimidad,
que se llena de personas y rostros que acariciar,
que me impulsa desde dentro a comprometerme más.
 
Todos caben en tu Corazón,
Quiero seguirte, Señor
amando hasta el extremo, dejándome la piel,
entregando las entrañas, mis entrañas de mujer,
en una toalla y un lebrillo, en un acariciar los pies,
en un mirarlos hasta el fondo sin nada que reprochar
y sin nada que pedir y con tanto para dar
 
(Jn 21, 1-14).
Poco después, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos junto al lago de Tiberíades. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás «el Mellizo», Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. En esto, dijo Pedro: «Voy a pescar». Los otros dijeron: «Vamos contigo». Salieron juntos y subieron a una barca, pero aquella noche no lograron pescar nada. Al clarear el día, se presentó Jesús en la orilla del lago, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿habéis pescado algo?» Ellos contestaron: «No». Él les dijo: «Echad la red al lado derecho de la barca y pescaréis». Ellos la echaron, y la red se llenó de tal cantidad de peces que no podían moverla. Entonces, el discípulo a quien Jesús tanto amaba le dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Al oír Simón Pedro que era el Señor, se ciñó un vestido, pues estaba desnudo, y se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron a la orilla en la barca, tirando de la red llena de peces, pues no era mucha la distancia que los separaba de tierra, tan solo unos cien metros.
Al saltar a tierra, vieron unas brasas, con peces colocados sobre ellas, y pan. Jesús les dijo: «Traed ahora algunos de los peces que habéis pescado». Simón Pedro subió a la barca y sacó a tierra la red llena de peces; en total eran ciento cincuenta y tres peces grandes. Y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: «Venid a comer». Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntar: «¿Quién eres?», porque sabían muy bien que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan en sus manos y se lo repartió, y lo mismo hizo con los peces. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber resucitado de entre los muertos.

Reflexión. No fueron llamados a compartir la misión del Reino y no se les ha aparecido para quedarse con la Buena Noticia encerrados en el cenáculo de la intimidad. Tienen que salir al mundo a ser «pescadores de hombres», siguiendo lo que Jesús hizo y enseñó. Les acompaña el Espíritu Santo con su paz y su fuerza.

La Iglesia es la barca y ellos son los pescadores. Les toca faenar. Pero con frecuencia, como les sucedió a Pedro y los compañeros, la tarea no tiene fruto. No hay proporción entre las energías gastadas y la pesca lograda.
En la orilla hay un personaje que les invita a cambiar de estrategia. Son expertos y saben que el éxito no está en cambiar de lado. Lo más extraño es que se han fiado, le han hecho caso y han recogido peces en abundancia.
¿Se les había olvidado acaso que quien conduce la barca y hace fructificar es Jesús, el Señor? ¿No sabían que la tarea depende sobre todo de la fe?
Hay uno que ha recordado viejas experiencias con el Maestro en el lago de Genesaret y, en cuanto ha oído su voz, lo ha reconocido: «Es el Señor». ¡Cuánto los necesitamos en la Iglesia! Son los profetas, que ven más hondo que la mayoría. Son los contemplativos, que van a lo esencial, la relación de amor con el Señor.
Pero nadie sospecha cómo ama Pedro a Jesús. Parece tan ocupado con sus responsabilidades de misión… En cuanto ha oído que es Jesús, se ha vestido y se ha lanzado al mar. Los dos viven del mismo amor de Jesús, cada uno a su manera.
Terminada la misión, llegaremos a la orilla para encontrarnos con él. Contaremos lo que hemos pescado, y siempre nos parecerá desproporcionado. Cuando estamos en la faena, la sensación es de impotencia; cuando estemos en el cielo, la sensación será de sobreabundancia.
Lo mejor de todo es que él nos espera y nos prepara el banquete, en el que él mismo nos sirve y come con nosotros. Entonces no preguntaremos nada. ¡Será tan evidente que es el Señor!  Y su alegría nos colmará por toda la eternidad.
 
CANCIÓN. Rema mar adentro (Maite López)
Coro. ¡Rema mar adentro, rema mar adentro!
¡Rema mar adentro, rema mar adentro!
Tú que calmas tempestades y caminas sobre las aguas,
conoces todos los mares, experto en profundidades,
aquí tienes nuestras redes y nuestra pequeña barca,
nuestra vida y nuestro corazón ardiente.
Tú, pescador de hombres, llévanos contigo a trabajar. 
 
Coro…
 (2a voz: Soltando amarras,
izando velas,
ensanchando mares,
descubriendo rutas nuevas) -2 veces-
 
Nos esperas en la orilla con las brasas encendidas,
después de bregar de noche trabajo duro y estéril.
No nos falte tu Palabra y el calor de tu presencia,
de la mesa compartida que da Vida.
Tú, pescador de hombres, invítanos una vez más.
 
Coro…
(2a voz: Soltando amarras,
izando velas,
ensanchando mares,
descubriendo rutas nuevas) -2 veces-
Tú que vienes con nosotros y manejas el timón,
haznos compartir la pesca, aumenta la tripulación.
Eres tú nuestra esperanza y nuestra seguridad,
la ruta segura y el motor de abordo,
Tú, pescador de hombres, vuélvenos a seducir
 
EL GRANITO DE ARENA
Tenemos una misión que cumplir,
aunque nos parezca insignificante,
como un granito de arena.
No se puede ser piedra angular
si uno no se sabe granito de arena.
 
Sólo se puede mirar la inmensidad del mar,
cuando uno es, en la playa, granito de arena.
A veces nos toca realizar hazañas,
pero la maravilla es el granito de arena de cada día.
 
A veces estamos tan cansados
que sólo podemos poner el granito de arena.
El granito de arena es anónimo,
y quienes soportan el peso del sufrimiento
son las personas anónimas.
 
El granito de arena es despreciado,
pero Dios lo cuida como su mejor tesoro.
El granito de arena es ordinario,
y el amor lo hace extraordinario.
 
No será canonizado como santo,
demasiado humano el granito de arena.
 
No se escribirá nada sobre él,
tan pequeño es el granito de arena.
 
Pero el Padre de los cielos se complace en él,
el sencillo de corazón, el granito de arena.
 
Granito de arena pareció el sí de María,
y en Nazaret cambió el destino del mundo.
 
Granito de arena, y menos que granito de arena,
parecía la muerte de Jesús.
 
Y ¿qué es la fuerza del Espíritu, a los ojos del mundo,
sino un granito de arena, polvo que arrebata el viento?
 
Nosotros ponemos el granito de arena;
Dios se encarga de construir la ciudad eterna de piedras preciosas.

 

Silencio y meditación personal.

 
Peticiones, Acción de Gracias.
 
Padre Nuestro.
 
Oración Comunitaria.  Señor Jesucristo, imploramos tu protección e intercesión ante el Padre por toda la comunidad LGTBI, por todas aquellas personas que no se aceptan a sí mismas, que sufren en soledad, son perseguidas por su orientación sexual o su identidad de género y que no son comprendidas, ni aceptadas en su entorno más cercano. También te damos gracias y te pedimos por Crismhom, para que juntos construyamos tu Reino y seamos luz y faro en nuestra comunidad LGTBI de Madrid. Amén.
 
Bendición: El Señor nos bendiga y nos guarde, nos muestre su rostro y tenga misericordia de nosotros, vuelva su rostro a nosotros y nos conceda la paz. El Señor nos bendiga, hermanas y hermanos. Amén.
 
CANCIÓN. Viviré alabándote (Maite López)
Viviré alabándote,
adorándote y sirviéndote.
Toda mi capacidad de amar
Es para ti. (2 veces)
Todo lo que tengo es tuyo,
en todo puedo encontrarte,
haz que sepa utilizarlo,
solo si me ayuda a amarte.
 
Viviré alabándote…
 

 


Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad