Pues que no hay un inicio sin un final en todas las cosas y María también acaba dejándonos en Fátima. Aunque sabemos que nunca se va y aun, hasta en 1929, hay registros de sus apariciones a la pastorcilla que quedo con vida.
Pero en aquella ocasión de 1917 María lo hizo con todo. No solo hizo innumerables milagros registrados sino que despidiéndose de las 70.000 personas que la habían estado aguardando en la lluvia, pues despejó el cielo, saco al sol a relucir y … lo hizo bailar. Dicen que la gente quedo inmediatamente seca.
En mi viaje también ha habido un último momento y, en ese momento propio, solo reino la lluvia. Símbolo, para mi, del amor de Dios.
Agradecido, ese ultimo día, volví a pedirle a mi Madre que me recordase los pedidos que había llevado y Ella me dió una de esas miradas que dicen: «Mira que eres tocacojoxxx … pero así te quiero». También, en esa mirada de paz, armonía y comprensión … me desnudó.
Me recordó qué tanto conocía mi corazón, que transparente es para ella. Me recordó la promesa de la felicidad … allí en el cielo pero también me recordó que mi trabajo era ser feliz, antes, aquí en la tierra.
Con ese beso tierno que me dió a la memoria, pues la deje y me marche de Fátima rezando el rosario