2017-10-05 “Zaqueo: El Encuentro que cambia la vida”

Monición introductoria: 
Nos congregamos en oración antes el Señor como comunidad cristiana del mundo de diversidad sexual y de carácter ecuménico, desde la que queremos celebrar nuestra fe en unión con nuestra orientación afectiva, ambas son partes esenciales de nuestra vida porque con ellas materializamos el amor, cualidad humana recibida de Dios.  
 
Canto.
 
Oración inicial.
Jesús, como Zaqueo queremos conocerte mejor, pero hay muchas cosas que nos lo impiden y nos distraen. Hoy venimos a esta oración dispuestos a encontrarnos contigo. Míranos Señor, con ese amor con que miraste a Zaqueo, ven a hospedarte en nuestra alma, prometimos no dejarte ir nunca más. Señor, haz que venga hoy tu salvación a nuestra alma.
 
“Como Zaqueo”
1- COMO ZAQUEO, SEÑOR Quiero ser pequeño, para luego, ver y comprobar que Tú eres lo más grande. Quiero sentir mi pecado y mi debilidad para, luego, gustar que Tú eres la santidad y la gracia, la vida y la verdad, altura de miras hontanar de bondad. 
 
2- COMO ZAQUEO, SEÑOR Quiero ascender al árbol de la oración y, agarrado a sus ramas, saber que Tú en ella me tiendes la mano y me acompañas me proteges y, al oído, siempre me hablas, me auxilias y, en mis caminos, me alumbras con la luz de Tu Verdad. 
 
1- COMO ZAQUEO, SEÑOR A veces me siento pecador y egoísta usurero y con afán de riquezas. Por eso, Señor, como Zaqueo quiero ser grande en aquello que es pequeño y, diminuto, en aquello que soy gigante.
 
2- ¿ME AYUDARÁS, SEÑOR? No pases de largo, Jesús mío. Que son muchos los tropiezos los que he de saltar para llegarme hasta tu encuentro, que son incontables los intereses y, a veces las personas, que me impiden darme el abrazo contigo.
 
1- COMO ZAQUEO, SEÑOR En la noche oscura de mi alma haz que nunca me falte un árbol donde remontarme, una rama donde agarrarme, un tronco donde apoyarme para que, cuando pases, aunque por mi cobardía, no te diga nada, Tú, Señor, me digas…. ¡en tu casa quiero yo hospedarme!                                (Javier Leoz)
 
Canto.
 
Monición al Evangelio. 
El episodio de Zaqueo es uno de los más bellos y dinámicos de los Evangelios. Zaqueo el pequeño -de estatura- jefe de los recaudadores de impuestos para el invasor romano, siente el impulso de ver a Jesús de Nazaret. Y Zaqueo se sube al sicómoro para mejor ver al Maestro que pasa ante él con una numerosa comitiva. Jesús mira a Zaqueo y esa mirada convierte al publicano que, a partir de ese momento, cambiará de vida. Y eso es lo que ocurre cuando Jesús aparece en nuestras vidas. Algo cambia, primero muy despacio, luego va como un auténtico torrente.
 
Lectura del Santo Evangelio según san Luca (19,1-10)
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publícanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: “Se ha ido a alojar en casa de un pecador”. Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: “Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más”. Y Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.
 
Lectura espiritual breve
Zaqueo tenía muchísimos bienes, pero por dentro estaba vacío. Y fue justamente su miseria y no sus riquezas, la que le permitió encontrarse con Dios, la que le cambió la vida. Al escuchar que Jesús iba a pasar por ahí, no le interesó su posición social, su dinero, o sus finas vestiduras, fue corriendo y se subió a un árbol, porque la multitud no lo dejaba ver. Porque eso es lo que hace el sediento cuando se encuentra con la fuente de agua. Es lo que hace el hambriento cuando le ponen el alimento. Supera cualquier obstáculo, porque está de verdad necesitado. 
 
Luego de este encuentro, Jesús se invita a comer a su casa. Y miren lo que dice Zaqueo en ese momento: si a alguna persona perjudiqué, le devolveré cuatro veces más. Y de lo que me queda, es decir, lo que sí gané honestamente, voy a dar la mitad a los pobres. ¡La verdadera conversión nos lleva a la caridad con el prójimo! A resarcir el mal cometido y a ayudar al prójimo necesitado. Es imposible decir “amo a Dios y estoy cambiando mi vida”, si no hay signos concretos de amor al hermano. Porque amamos a Dios, sirviendo al hermano que nos necesita. Busquemos también a Dios con toda nuestra fuerza, porque estamos necesitados de Él y que nuestra conversión se manifieste en nuestro deseo de salir al encuentro de los hermanos que nos necesitan.  (Papa Francisco) 
 
Canto.
 
Acción de gracias.
 
Gracias Jesús por hablarnos  en esta oración. Sabemos que, al igual que como hiciste con Zaqueo, sales también a nuestro encuentro para demostrarnos Tu amor. Ayúdanos Señor a responder con alegría al don de Tu presencia, de tal modo que cada uno de nuestros actos sean un reflejo de Tu infinito amor. Amén.
 
BREVE ESPACIO PARA COMPARTIR
 (Reflexiones, peticiones y acción de gracias)
 
PADRE NUESTRO
 
ORACIÓN COMUNITARIA
Señor Jesucristo, imploramos Tu protección e intercesión ante el Padre por toda la comunidad LGTB, por todas aquellas personas que no se aceptan a sí mismas, que sufren en soledad, son perseguidas por su orientación sexual o su identidad de género y que no son comprendidas ni aceptadas en su entorno más cercano. También te damos gracias y te pedimos por Crismhom, para que juntos construyamos tu Reino y seamos luz y faro en nuestra comunidad LGTB de Madrid.
Amén.
 
BENDICIÓN                                                                                                                        
Que el Señor nos bendiga y nos proteja. Que el Señor nos muestre su rostro, tenga misericordia de nosotros y nos conceda la paz. Así invocaremos el nombre del Señor y Él nos bendecirá.
 
 
“No olvidéis que la oración es la llave secreta del encuentro con Dios”

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