2013-12-23 Manifiesto contra el Parlamento de Uganda

Hace unos días el Parlamento de Uganda ha aprobado una ley que endurece las penas de prisión por prácticas de homosexualidad e incluye la cadena perpetua. Nosotros comunidad cristiana LGTB que sabemos que en Cristo está la vida y que la vida es la luz de los hombres (cf. Jn 1, 4), sentimos como propios los sufrimientos que están viviendo nuestros hermanos LGTB de Uganda.
 
Como cristianos nos duele que sea un país de mayoría cristiana el que apruebe una ley que coarta de una manera tan dura la vida y la libertad de las personas, y sobretodo que esta ley haya sido promovida por personas que se declaran cristianos e incluso por sacerdotes y pastores de las distintas confesiones cristianas del país. Desde Cristo que “para vivir en libertad nos ha liberado” (Ga 5,1) queremos denunciar la violencia y la injusticia de esta ley, a la vez que pedimos a todos los líderes religiosos y políticos que trabajen de una manera activa por la abolición de esta ley radicalmente injusta.
 
 
 
Esta ley atenta contra la vida la seguridad y la libertad de las personas LGTB basándola en motivaciones religiosas, queriendo justificar así el atropello de los derechos humanos más elementales.
 
“¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?? (Gn 4,9). Sí, lo somos. Por eso, denunciamos el silencio sistemático de tantos ante esta ley. No está aquí en juego intereses económicos o políticos, sino derechos fundamentales de la personas. La necesidad moral de las condenas no se mide por su efectividad a corto o largo plazo, sino por la obligación moral de conservar la propia dignidad personal, y la del colectivo de las personas LGTB tan agredido y humillado a lo largo de la historia.
 
En estos días en que los cristianos celebramos la venida del “Príncipe de la Paz”, no podemos olvidar que nuestros hermanos LGTB de Uganda no podrán celebrar en paz la Navidad.  Por eso, nosotros como comunidad cristiana LGTB sentimos como propia la preocupación de estos hermanos nuestros que viven en un estado constante de amenaza y de presión violenta, y no podemos permanecer callados. Por eso, queremos convocar a todos los creyentes, primero a la oración por estos hermanos nuestros y después, como fruto de la oración a una denuncia pública en la medida de las posibilidades de cada uno.
 

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