Una parte de ti ha quedado atrás muy temprano en tu vida: la parte que nunca se sintió plenamente admitida. Esta llena de temores. Mientras tanto, te desarrollaste con muchas habilidades de supervivencia. Pero quieres que tu identidad sea una. Entonces, tienes que recuperar la parte que ha quedado atrás. Eso no es sencillo, pues te has transformado en una persona bastante formidable, y tu parte temerosa no sabe si puede vivir a salvo contigo. Tu parte madura tiene que volverse infantil (acogedora, amable y protectora) para que tu parte ansiosa pueda retornar y sentirse segura.
Te quejas de que es difícil para ti rezar, experimentar el amor de Jesús. Pero Jesús reside en tu parte temerosa, nunca totalmente admitida. Cuando proteges tu verdadera parte y descubres que es buena y hermosa, ves que Jesús esta allí. Allí donde eres más humano, mas tu mismo, mas débil, allí reside Jesús. Recuperar tu parte temerosa es recuperar a Jesús.
Mientras tu parte vulnerable no se siente bienvenida por ti, se mantiene tan distante que no te puede mostrar su verdadera belleza y sabiduría. Así sobrevives sin vivir realmente.
Trata de mantener tu parte pequeña y temerosa cerca de ti. Esto será una dura lucha, pues tendrás que vivir un tiempo con el “no todavía”. Tu parte mas profunda y autentica no ha sido aun recuperada; se asusta rápidamente.
Como tu parte íntima no se siente a salvo contigo, sigue buscando a otros, especialmente a quienes te ofrecen algún consuelo real, aunque temporal. Pero, cuando te vuelvas más infantil, ya no sentirás la necesidad de vivir en otra parte. Comenzará a buscarte a ti como hogar.
Ten paciencia. Cuando te sientas solo, quédate con tu soledad. Evita la tentación de dejar escapar tu parte temerosa. Deja que te muestre su sabiduría; deja que te indique que puedes vivir en lugar de limitarte a sobrevivir. Gradualmente, te unificaras y descubrirás que Jesús vive en tu corazón y te ofrece todo lo que necesitas.
(Herni J. M. Nouwen, La voz interior del amor)