Viernes Santo: acompañando la muerte de Jesús

Iniciando el día volviendo nuestros ojos a Jesús, volviendo los ojos a nuestro Señor: «Oculi nostri ad Dominum Jesus. Oculi nostri ad Dominum nostrum». El día en que los seres humanos nos volvimos y nos seguimos volviendo contra ti. El siervo de Yavé justificará a muchos, porque ofreció su vida por los que le entregaban.

A tus manos encomiendo mi espíritu, dice Jesús. Te han desechado como a un cacharro inútil, pero sigues confiando en el Padre. Jesús, no quieras pensar que el Padre se ha olvidado de ti.
Encomendando a los condenados a muerte, los enfermos terminales y a todos los necesitados de redención.

Integrando en la oración los gritos de los niños pequeños, gritando Abba, mamá y papá.

Iniciando el tema del día: aprendiendo a educar nuestra interioridad. Para ello, utilizando una materia prima que la tenemos completamente en nuestro interior. Dibujando corazones inclusivos que se hacen cada vez más grandes, hasta romper los muros. Haciendo un esfuerzo interior para escuchar nuestro corazón. Iniciando y continuando caminos, revisando el trayecto realizado, para cuestionarnos si el Señor nos sigue llamando de la misma manera que lo hizo en el pasado.

Encajando los golpes de la vida, viviendo la cotidianeidad en medio de la angustia. Sintiéndose especiales por haber tenido una experiencia de fe y una comunidad donde apoyarnos. Apechugando con todo y experimentando el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, gracias a la experiencia de compartir. Sin abandonarse en ningún momento a la desesperanza, sin permitir que la perfección o la falta de flexibilidad nos atasquen.

Constatando que nuestro corazón te anhela en la noche, oh Dios. Mi corazón te anhela sólo a ti, Señor.

Trabajando el corazón humano. Ensenándonos y aprendiendo a educarnos en la interioridad del corazón. ¿Qué hacer con el dolor sin endurecernos? Educar nuestro corazón para ser acogedores.

Cultivando un corazón humilde de niño, porque el orgullo nos hace infelices. ¿Cómo hacer para ser como niños sin caer en las niñerías? ¿Como ser nosotros mismos sin el estiércol para fecundar los campos?

Contemplándonos también con corazones íntimos y empáticos que nos han llevado y nos llevan a la entrega. Gracias por ello y porque no somos personas convencionales. Cultivándonos en la intimidad, cerrando nuestro espacio interior sin exponerlo indiscriminadamente a todos, guardando ciertas cosas para los más cercanos y allegados.

Descubriendo nuestro corazón amante lleno de confianza, trabajando y entrenando nuestro corazón consciente, aprendiendo a contemplar, apartándonos de la rutina y el ruido.

Encontrando alternativas para buscar un corazón que no juzga, entrenándonos en la escucha y un acercamiento cariñoso.

Entendiendo el corazón místico como el que se ha llenado de la experiencia de Dios aterrizada y compartida en el mundo real.

Abriendo nuestro corazón a los demás, escuchando y amando. Permitiéndonos apasionarnos sin perder la pasión cuando no se logran nuestras expectativas.

Haciéndonos conscientes de nuestras limitaciones para alcanzar un corazón comprensivo que constata que no somos los únicos que fallamos o a los que nos fallan. Rompiendo cadenas para que en nuestra apertura, el amor como el hambre, nos espabile la inteligencia y nos haga ocurrentes.

Buscando la aprobación de los demás, no sabemos acertar a decir con cariño y plena libertad a nuestros hijos o padres, lo que pensamos.

Buscando a Dios en momentos duros o concretos más que en la cotidianeidad de la vida, sin dejar de darnos siempre la oportunidad de empezar de nuevo. Entendiendo los fracasos y las heridas de nuestro corazón desde una oportunidad de crecimiento, apoyándonos en la comunidad.

Dedicando unos minutos para ver unas imágenes de El Greco. Descubriendo que su forma de pintar desde iconos cretenses a las figuras estilizadas y desproporcionadas de sus obras de madurez, responde a un camino, una evolución, como nos pasa a todos nosotros. Mirando cómo desde el contraste entre luces y sombras, se entiende el sentido de sus pinturas.

Arrodillados frente a una cruz cubierta, que se fue poco a poco descubriendo para que pudiéramos contemplar y adorar el árbol de la cruz, en donde estuvo clavada la salvación del mundo.

Terminando el día acompañando el camino de Jesús hacia la muerte, cargando con la cruz. Hoy de manera muy viva y especial, te adoramos, Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.


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