A veces acumulamos y cultivamos las cosas que hacen que los demás nos aborrezcan, pensando que eso es precisamente lo que nos va a hacer ganar respeto ante ellos. Acumulamos riquezas, méritos y honores para que nos respeten, y eso sólo logra separarnos más y más en lugar de crear puentes de unión. Cuando Jesús se acerca a nosotros, no reprocha. Es buen ejercicio contemplar las veces en las que Jesús se acerca a nosotros y nos trata como al buen samaritano. Vendando nuestras heridas, subiéndonos a su cabalgadura, cuidando de nosotros en una posada.