Ayer se celebraba el DOMUND, el Domingo Mundial de las Misiones. ¿Acaso un domingo de colectas extraordinarias? Más bien un domingo para hacer memoria de aquellas personas que en su inmensa generosidad dejaron crecer la semilla que Dios planta en cada persona para servir a los demás. Parece heroico salir del propio país para entrar en contacto con los más necesitados. En realidad lo es. No parece tan heroico identificar alrededor de uno a los que necesitan ayuda y apoyo y lanzarse hacia ellos. Sin embargo también lo es. Quizá lo más heroico sea experimentar querer darlo todo, tomar los medios para hacerlo, ver que no es posible y tener que retomar la vida diaria a veces en un estado un tanto deplorable, encauzando eficazmente una vocación de seguir construyendo el Reino de Dios. Sin embargo, no se trata de heroicidades, sino de seguir un camino humilde, a veces oscuro y otras extraordinariamente luminoso que nos conduce a descubrir y transmitir el amor de Dios mismo.