El-Farouk Khaki es un gay musulmán nacido en Tanzania, emigrado siendo un niño a Canadá, que nunca ha renunciado a vivir con plenitud su homosexualidad ni a su fe musulmana.
En 2009 fundó en Toronto el círculo el-Tawhid Juma, primera mezquita expresamente abierta a todas las orientaciones e identidades sexuales. Un círculo en expansión, que ya ha cruzado la frontera con Estados Unidos y fundado dos nuevas mezquitas en Atlanta y Washington. Amanda Quraishi repasa su historia en The Advocate.
“Encontré que no existe comprensión hacia alguién que es abiertamente gay y musulmán. Muchos musulmanes gays o socialmente progresistas abandonan su religión porque sienten que no hay espacio para ellos, y con frecuencia pierden su espiritualidad en el proceso”, cuenta. “Estaba cansado de la gente que dice ‘necesitamos espacios más inclusivos’, o ‘necesitamos más mujeres imanes’. ¿Quién te detiene para poner en marcha estas cosas? Si no hay espacio para tí, ¡crea tú el espacio!”, explica.
Khaki comenzó un difícil camino de activismo LGTB en el seno del islam en 1991, cuando fundó Salaam, un grupo de apoyo a musulmanes LGTB. También fue uno de los fundadores de Min-Alaq, un colectivo musulmán de sensibilidad progresista. Como abogado, ha trabajado además a favor de los derechos de los inmigrantes.
Pero fue después de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, cuando sintió la necesidad de luchar contra los crecientes prejuicios y la discriminación contra los musulmanes que viven en países occidentales, entre los cuales hay numerosas personas LGTB. En 2005 contribuyó a organizar el primer rezo musulmán conjunto de hombres y mujeres dirigido por una mujer, y cuatro años más tarde fundó la mezquita de Toronto. Una mezquita que va más allá de la mera existencia de un grupo de musulmanes LGTB que se reúnen para rezar y que respeta las reglas básicas de funcionamiento de este tipo de templos por lo que a la Khutbah (oración del viernes) se refiere. No existe, eso sí, segregación por sexos.