Todo lo que nos pasa puede abrirnos una ventana a Dios, porque todo puede ser gracia, todo nos puede ayudar a conocerle. Ventanas que nos traigan aire fresco. Que podamos compartir desde la diferencia, ser amigos en el Señor. Ante la urgencia, saber detectar lo importante, disfrutando la belleza de lo sencillo y pequeño, viviendo una acogida sin condiciones, hablando de tú a tú. El mundo necesita de nosotros para llevar la alegría del evangelio a las personas que le necesitamos.