Sólo llamé para decirte que…

 

Querido navegante, a mi me ocurre todos los días que resuena en mi cabeza aquel mandamiento único que nos dejó  Jesús cuando vino a darnos testimonio del Padre. Y digo el único mandamiento porque aunque se encuentren desmenuzados en diez, en realidad es uno sólo… la Iglesia Católica los resume en dos: «Amarás a Dios sobre todas las cosas» y «amarás al prójimo como a ti mismo»… sin embargo uno sin el otro no funciona (Amar a Dios sin amar lo por Él creado es una contradicción en si misma). Ambos se resumen en uno: EL AMOR. Es cierto que a muchos nos cuesta una barbaridad cumplir aquel de amar al prójimo como a uno mismo, quizá por este motivo (como buena conocedora de nuestras debilidades), la Iglesia Católica cita ambos de forma separada pero dotándolos de idéntica importancia.

Pero es muy difícil separarlos, habida cuenta que además si rebuscamos en el interior del mandamiento «amarás al prójimo como a ti mismo» nos damos cuenta que tiene truco. Son dos mandamientos en uno: amar al prójimo y amarnos a nosotros mismos… esto se complica.

Y es precisamente en la base de esta complicación donde hoy quiero adentrarme, querido navegante intrépido de océanos cibernéticos. Es un hecho: nos consideramos cristianos (quizá tú no, aunque tengas la gentileza de visitarnos). Como cristianos debemos amar al prójimo, porque así nos lo ha pedido Quien bien nos quiere.

Cierto, este nos cuesta mucho llevarlo a la práctica… Pero ¿Por qué? No pretenda yo aprovechar este espacio privilegiado de mi blog en Crismhom para hacer apología contra el capitalismo, ni mostrarme antisistema… no quiero apuntar tan alto; y no es porque no me interese el asunto (que puede que también), sino porque quiero centrar mi interés en ti.

Ayer estaba de viaje, salía de Madrid hacia un lugar mucho más tranquilo bastante alejado de esa especie de micro-civilización voraz en la que vivimos muchos. Su ferocidad no tiene limites, y no es porque se trate de esta ciudad en concreto, simplemente es que… pongamos que hablo de Madrid… al azar… una entre muchas en las que nos concentramos mayor número de personas luchando a la desesperada por salir adelante.

Es indudable que todos queremos ser felices, ese es por supuesto el objetivo de la mayoría, pero no nos dejan. Querido internauta cristiano LGTB, seguro que tienes en tu vida cuitas que te arrastran al padecimiento y a la ansiedad (vivas donde vivas). Quizá estás inmerso en un proceso judicial que te desvela  (o quizá ya nos leas desde prisión), quizá tienes un sobrepeso que no sabes como quitarte y por él sientes que te hacen de lado, o quizá tienes un conflicto en lo más profundo de tu fe para llegar a creerte sin tapujos (y definitivamente) que Dios te ama con independencia del sexo que tenga la persona de la que te enamores. Quizá, mi queridísimo homosexual, heterosexual, transexual o bisexual, en este momento te encuentras en una discusión familiar que no te deja dormir, o quizá estás preocupado por tu salud y esa inquietante enfermedad (creada por el hombre) que te acucia de esa manera… en resumen, cada día nos atacan cientos de circunstancias que nos quitan la paz, que nos sentimos incapaces de superar, que nos atormentan hasta la impotencia… quiero que sepas querido navegante, que esto que te ocurre es completamente normal. No estamos diseñados para esto.

Cuando Dios lo creó todo, no creó a aquella bacteria -que después daría lugar a lo que somos- para batallar contra la prima de riesgo, el ataque de los propios Estados a los ciudadanos, o cualquiera de tantas otras cosas como las que tenemos que enfrentar en nuestros días. Por eso nos envió a su Hijo, porque la situación de aquella civilización era insoportable para sus ovejas.  Querido cristiano LGTB… sufres porque no puedes con todo lo que te ocurre, porque el único mecanismo al que tiene acceso nuestro gen cavernícola, es aquel que nos genera ansiedad, para así poder tomar impulso y echar a volar. Tu tristeza y tu ansiedad es normal… no estamos creados para esto…

Sin embargo, sí estamos concebidos para otras cosas que son verdaderamente fáciles de alcanzar (y que sí estaba entre Sus planes cuando la bacteria): amar a los demás desde la libertad que nos da el intentar hacerlo desprendidos de todo aquello que nos lleva al sufrimiento, y por supuesto, sin complejos. A saber; cuesta mucho amar al otro cuando estamos enfermos, cuando no nos alcanza para la hipoteca, o cuando nuestra vida es tan inestable que ni siquiera sabemos si el mes que viene podremos seguir viviendo en el mismo sitio. Hay que desprenderse de todas estas cosas que no son de Dios (ni concebidas para el ser humano), para alcanzar la meta de amar al prójimo – incluida su tendencia sexual-.

Tienes razón querido lector, esas cosas ocupan tanto tu consciente que el desprendimiento es prácticamente un acto de fe (como decía aquel…): Hoy vamos a buscar nuestro acto de fe.

Antes de irme por las ramas pretendía contarte un secreto… el secreto se titula: «Sólo llamé para decirte que… ¡te quiero!»; y es que en mi viaje hacia lugares más calmados que la voraz capital, de repente he escuchado en la radio del coche una fantástica canción que pese haberla oído cientos de miles de veces, nunca me había parado a escucharla. Se titula como mi secreto (en realidad mi secreto se titula como la canción): «I just called to say I Love You». El artista es el gran Steve Wonder. Seguro que es una canción que has oído mil veces, pero quizá nunca te has parado a escucharla, como me pasaba a mí.

Mientras escuchaba la canción recordaba mi etapa de vida en el convento. Y recordaba a los frailes, a mi comunidad… siempre contentos y optimistas, siempre dispuestos… Este es el motivo de su felicidad: amar a los demás. Vivir en paz. Y vivían en paz porque con sus actos contribuían a que los demás también vivieran en paz. Ese era su truco. La bondad que regalaban, les venía devuelta. Amaban al prójimo, y por tanto se amaban a sí mismos, pues los demás les hacían felices con el dibujo de sus sonrisas. Mataban dos pájaros de un tiro cumpliendo el mandamiento más difícil de cumplir. Y sin darse ni cuenta…
Ellos son sin duda conscientes de que los pecados no nos han sido dados como arma represora, sino como instrumento para que alcancemos la felicidad máxima (ese es el deseo común de todos los padres para con sus hijos, incluso para nuestro Padre del cielo)

Como cristianos no debemos hacernos daño entre nosotros. Es nuestra responsabilidad sonreír a la operadora de nuestra compañía telefónica cuando al llamar nos responde desagradable… querido navegante ¡si tú sufrieras el acoso 8 horas seguidas de responder el teléfono a individuos virulentos encerrado entre los paneles de un puesto de tele-operador!
Cuando vuelvas a llamar a tu Operadora, no olvides su pequeño espacio de trabajo, ni olvides cuantas personas la han atacado hoy… sonríele, bromea respetuosamente, hazle más fácil su trabajo con tu bondad, reconócela su esfuerzo… cuando finalices la llamada serás una persona más feliz, habrás amado al prójimo, y te estarás amando a ti mismo.
Este ejemplo de probar nuestra humanidad con un teleoperador puede parecer realmente un sinsentido…  pero a modo de ejemplo es válido para darnos cuenta de lo facil que puede llegar a ser cambiar nuestra actitud para con los demás.

Como dice Steve Wonder, no hay nada que celebrar, pero quería decirte que me importas: porque de eso se trata, de no dañarnos unos a otros; porque somos cristianos y porque lo tenemos al alcance de la mano.

Te dejo la canción de Steve Wonder y su traducción bajo el video. Escúchala tranquila o tranquilo todas las veces que necesites antes de llamar a alguien para decirle lo mucho que lo necesitas, y no olvides amarte en la misma inmensa medida que lo hacen desde Arriba, pues aunque no todos somos Steve Wonder y tenemos su facilidad para decir las cosas, estás rodeado de personas que te aman con locura, aunque en absoluto silencio.

 

 

No New Year’s Day to celebrate,
No chocolate covered candy hearts
to give away,
No first of spring,
no song to sing,
In fact, here’s just another ordinary day.

No April rain, no flowers’ bloom,
No wedding Saturday
within the month of June.
But what it is, is something true
Made up of these three words
that I must say to you.

chorus:
I just called to say I love you;
I just called to say how much I care;
I just called to say I love you,
And I mean it from the bottom of my heart.

 
No summer’s high, no warm July,
No harvest moon to light
one tender August night,
No autumn breeze, no falling leaves,
Not even time for birds
to fly to southern skies.

No Libra sun, no Halloween,
No giving thanks for all the Christmas joy
you bring,
But what it is, tho’ old, so new,
To fill your heart
 like no three words could ever do.

No hay Año Nuevo para celebrar
No hay chocolatitos con forma de corazón
para regalar
No comienza la primavera,
Ni hay canciones que cantar
De hecho, éste es solo un día más

No hay lluvia de Abril, ni flores que florezcan
Tampoco sábado de bodas
del mes Junio
Pero esto, es algo verdadero
Que se compone de esas tres palabras que debo decirte

Estribillo:
Sólo llamé para decirte que te quiero
Sólo llamé para decirte lo mucho que me importas
Sólo llamé para decirte que te quiero
Y lo digo desde lo más profundo de mi corazón

No es un verano especial, ni un julio caluroso
No hay luna llena que ilumine
una tierna noche de Agosto
Ni brisa de otoño, ni hojas cayendo
No es la época en la que los pájaros
vuelan hacia cielos del sur

No hay sol en Libra, ni es Halloween,
Ne es dar las gracias por la alegría que
transmites en Navidad
Pero esto aunque viejo, es tan nuevo
Que llenará tu corazón
Como sólo tres palabras pueden hacer.

 

 

 


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