La vida contemplativa no pretende poner la vida en «clausura», desentendiéndose de la realidad, sino que busca que la contemplación del paso de Dios por la historia sea un estilo de vida, una forma de estar en el mundo. Buscando mirar y sentir el devenir cotidiano, en lo bueno y en lo malo, con los ojos y el corazón de Dios mismo.