Al igual que el niño que está aprendiendo a montar en bicicleta logra montar de hecho cuando se sumerge a fondo en esta actividad y, por contrapartida, se cae al suelo cuando se para a considerar lo bien o mal que lo está haciendo, así nosotros, todos, en cualquier actividad que llevemos a cabo. EN CUANTO COMENZAMOS A JUZGAR los resultados, LA MAGIA DE LA VIDA SE DISIPA y nos desplomamos. Esto es en esencia lo que enseña la meditación: a sumergirse en lo que estás haciendo. “Cuando como, como; cuando duermo, duermo” […]. (6, “Biografía del Silencio”, Pablo d’Ors).