De estas personas (las contemplativas) está muy lejos estima suya de nada. Gustan entiendan sus pecados y de decirlos cuando ven que tienen estima de ellos. Así les acaece de su linaje, que ya saben que el reino que no se acaba no han de ganar por aquí. Si gustasen ser de buena casta, es cuando para más servir a Dios fuera menester; cuando no, pésales los tengan por más de lo que son, y sin ninguna pena desengañan, sino con gusto. Es el caso que debe ser a quien Dios hace merced de tener esa humildad y amor grande a Dios, que en cosa que sea servirle más ya se tiene a sí tan olvidado, que aún no puede creer que otros sienten algunas cosas ni lo tienen por injuria (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 36, 11).
Que no sea seguir esta nota, motivo de alfombrarnos para dejar que nos pisen o no valorarnos ni reconocer nuestros logros. Que quiero hoy entender que fue escrita para los que ya se creen más que otros y se permiten atropellar a los demás, incluso en nombre de Dios.