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Ya no vivan más para sí mismos (2 Corintios 5, 15) |
Miqueas 6, 6-8 |
Se te ha hecho conocer lo que está bien |
Salmo 25, 1-5 |
Señor, muéstrame tus caminos |
1 Juan 4, 19-21 |
Amemos, pues, nosotros porque Dios nos amó primero |
Mateo 16, 24-26 |
El que entregue su vida por mi causa, ese la encontrará |
Comentario
Por medio de la muerte y la resurrección de Jesucristo hemos sido liberados de crearnos nuestro propio sentido y de vivir solo a partir de nuestras fuerzas. Por el contrario, vivimos en el poder dador de vida de Cristo, que vivió, murió y resucitó por nosotros. Cuando «perdemos» nuestra vida por él, la encontramos.
Los profetas se enfrentaron constantemente a la pregunta acerca del modo correcto de vivir cara a Dios. El profeta Miqueas encontró una respuesta muy clara a esta pregunta: «respetar el derecho, practicar con amor la misericordia y caminar humildemente con tu Dios». El autor del salmo 25 sabía que no podemos hacer esto por nuestra cuenta y clamaba a Dios para que le diera luz y fuerza.
En los últimos años, el aislamiento social y la creciente soledad se han vuelto asuntos importantes en Alemania, como también en otras sociedades contemporáneas. Los cristianos están llamados a desarrollar nuevas formas de vida comunitaria en las que compartimos nuestros medios de sustento con los demás y afianzamos la ayuda entre las generaciones. El llamamiento evangélico a no vivir para nosotros mismos sino para Cristo es también un llamamiento a abrirnos a los demás y a romper las barreras que nos aíslan.
Preguntas
- ¿De qué manera nuestra cultura nos tienta a vivir solo para nosotros mismos en vez de para los demás?
- ¿De qué formas podemos vivir para los demás en nuestra vida de todos los días?
- ¿Cuáles son las implicaciones ecuménicas del llamamiento a no vivir ya para nosotros mismos?
Oración
Dios Padre nuestro,
en Jesucristo nos has liberado para una vida que va más allá de nosotros mismos.
Condúcenos con tu Espíritu
y ayúdanos a vivir nuestras vidas como hermanos y hermanas en Cristo,
que vivió, sufrió, murió y resucitó por nosotros
y que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.