El Concilio de Trento iniste en el examen cotidiano de la conciencia, en la confesión, en la potenciación de la vida de oración y la ejemplaridad de la vida religiosa. Teresa de Jesús vive en el espíritu de Trento. Se apuesta por una experiencia individual del encuentro con Dios (muy característico de la modernidad). A Teresa de Jesús le conmueve la humanidad de Jesús y para ella es el camino para llegar a Dios. Teresa es una mujer recia y práctica, sabe encontrar a Dios entre los pucheros, sabe cocinar, vive en el mundo. Esta casa (el primer convento que fundó) era el rinconcito, el paraíso de Dios. La experiencia con Jesús es alegría con Cristo y tristeza con Cristo camino del huerto. ¿Es que acaso se puede evitar las vivencias con Cristo camino del huerto? Uno de sus confesores le dio el consejo a Teresa de centrase cada mañana en un paso de la pasión, deleitándose en la sacratísima humanidad de Cristo, que así se nos revela.