Santa Teresa de Jesús escucha de su propia convicción: «no tengas pena, yo te voy a traer el libro vivo». El libro es Jesús de Nazaret, una relación. Teresa lo llama amistad, un enamoramiento. Ella tuvo libros y había escrito libros desde pequeña. Con la censura, muchos libros de teólogos estaban prohibidos para evitar la difusión de herejías porque difundir sentimientos religiosos consigue una mayor involucración de la gente (eso lo sabían muy bien los reyes). El Señor Teresa aprendió del libro vivo y por eso ella misma dirá que poco necesitó de libros. Un libro que no se puede olvidar, queda impreso en el corazón. Porque el amor es una experiencia que queda impresa.