Hoy, día de San Ignacio de Loyola, traemos a nuestra memoria la andadura de un hombre que se convirtió en excepcional dejándose hacer por Dios en su búsqueda incansable de encuentro con Él. También damos gracias por la Compañía de Jesús, para que pese a sus limitaciones humanas, siga siendo instrumento eficaz de encuentro con Cristo. Para que Dios continúe llamando braceros a su mies y nosotros respondamos prestos y diligentes a esa llamada. Para que aprendamos en todo amar y servir, buscando y encontrando a Dios en todas las cosas. Discerniendo entre buen y mal espíritu para elegir indiferentemente lo que más nos conduce al servicio de su Divina Bondad. Pidiendo su amor y gracia, que esta nos basta.