San Francisco de Asis

Nos congregamos en oración ante el Señor como miembros y simpatizantes de CRISMHOM, comunidad cristiana de diversidad sexual y de carácter ecuménico, desde la que queremos vivir nuestra fe en unión con nuestra orientación afectiva; ambas son parte esencial de nuestra vida porque con ellas materializamos el amor, cualidad humana recibida de Dios.
 
 
Amamos a Dios sobre todas las cosas y queremos seguir el modelo de vida que Jesucristo nos dejó en el Evangelio con el convencimiento de que Dios nos ama y que jamás negaría una cualidad humana creada por Él, sino que nos ha regalado las diferentes orientaciones afectivas, porque son muchos y muy diversos los caminos de la salvación.
 
Desde CRISMHOM nos unimos y apoyamos en nuestros objetivos de integrar fe, orientación afectiva e identidad de género en todas las facetas de la vida, de aceptarnos y ser aceptados y de superar la incomprensión de las Iglesias y de tantos cristianos que nos rechazan por nuestra condición sexual y de colectivos LGTB que nos rechazan por ser cristianos. 
 
¡PAZ Y BIEN!
 
Con este saludo los hermanos franciscanos saludan a la manera de su Padre espiritual a todo aquél viviente con el que se topan. Como Cristo Resucitado nos saludamos hoy con este mismo deseo, y entramos en clima de oración, pidiendo siempre al Espíritu Santo que nos ilumime y nos guíe hacia el amor de Dios. Comenzamos, pues, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
 
Canto: Himno CANTICO DE LAS CRIATURAS
 
Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
tan sólo tú eres digno de toda bendición,
y nunca es digno el hombre
de hacer de ti mención.
 
Loado seas por toda criatura, mi Señor,
y en especial loado por el hermano sol,
que alumbra, y abre el día,
y es bello en su esplendor,
y lleva por los cielos noticia de su autor.
 
Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras, que tu poder creó,
tan limpias, tan hermosas,
tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!
 
Y por la hermana agua,
preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado mi Señor!
Por el hermano fuego,
que alumbra al irse el sol,
y es fuerte, hermoso,
alegre: ¡loado mi Señor!
 
Y por la hermana tierra,
que es toda bendición,
la hermana madre tierra,
que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color,
y nos sustenta y rige: ¡loado mi Señor!
 
Y por los que perdonan
y aguantan por tu amor
los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor,
porque les llega el tiempo de la consolación!
 
Y por la hermana muerte: ¡loado mi Señor!
Ningún viviente escapa a su persecución;
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen
la voluntad de Dios!
 
¡No probarán la muerte de la condenación!
Servidle con ternura y humilde corazón.
Agradeced sus dones, cantad su creación.
Las criaturas todas, load a mi Señor.
Amén.
 
Ecos de la lectura
 
Canción:  ORACIÓN DE LA SENCILLEZ
 
Señor, hazme instrumento de tu paz, donde haya odio ponga amor, donde haya ofensa, perdón  donde haya error, ponga yo verdad.  Donde haya tinieblas ponga luz, donde haya duda ponga fe, donde haya tristeza, alegría. Oh, mi Señor, ponga yo tu amor.  Porque dando yo recibiré, olvidándome te encontraré, comprendiendo al hombre te seguiré. Oh, mi Señor, enséñame a querer. (bis) 
 
EVANGELIO (Mt 11, 25-30)
 
En aquel tiempo tomando Jesús la palabra, dijo: “Yo te bendigo Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has ocultado esas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el hijo, y aquel a quien el hijo se lo quiera revelar”.
“Venid a mi todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
 
 
Tiempo de meditación. Textos para reflexionar…
 
– ¿Quieres, Padre, que descansemos aquí un instante?
– Sí, hermano León – respondió Francisco.
Y los dos hermanos se sentaron, uno al lado del otro, al borde del camino, con la espalda apoyada en el tronco de un enorme roble.
– Tienes aspecto de estar muy cansado, Padre – observó León.
– Sí, lo estoy – respondió Francisco-. Y tú también, sin duda. Pero allá arriba, en la soledad de la montaña, todo se arreglará. Ya era tiempo de que saliera. Ya no podía estar más entre mis hermanos.
Francisco se calló, cerró los ojos y permaneció inmóvil, con las manos cruzadas sobre las rodillas, la cabeza un poco apoyada hacia atrás contra el árbol. León le miró entonces atentamente. Y tuvo miedo. Su rostro no estaba solamente hundido y demacrado, sino deshecho y velado por una profunda tristeza. Ni el menor espacio de luz sobre esta cara antes tan luminosa. Sólo sombra de angustia, de una angustia honda, que hundía sus raíces hasta el fondo del alma y la devoraba lentamente. Parecía el rostro de un hombre en una terrible agonía. Un trazo duro atravesaba la frente, y la boca tenía un gesto amargo.
 
Por encima de ellos, escondida en el follaje espeso de un roble, una tórtola dejaba oír su arrullo quejoso. Pero Francisco no la oía. Estaba metido completamente en sus pensamientos. Le llevaban constantemente, a pesar suyo, a la Porciúncula. Su corazón estaba atado a esta humilde parcela de tierra, situada cerca de Asís, y a su iglesia de Santa María, que él mismo había restaurado con sus manos. ¿No era allí donde quince años antes el Señor le había hecho la gracia de comenzar a vivir con algunos hermanos según el Evangelio? Todo era entonces bello y luminoso, como una primavera de la Umbría. Los hermanos formaban una verdadera comunidad de amigos. Entre ellos el trato era fácil, simple, transparente. Era, en verdad, la transparencia de una fuente. Cada uno estaba sometido a todos y no tenía más que un deseo: seguir la vida y la pobreza del altísimo Señor Jesucristo.
 
Y el Señor mismo había bendecido esta pequeñita fraternidad. Y se había multiplicado rápidamente. Y a través de toda la Cristiandad habían florecido otras pequeñas fraternidades de Hermanos. Pero ahora todo estaba amenazando ruina. Ya no había unanimidad en la simplicidad. Entre los hermanos se discutía ásperamente y se destrozaban. Algunos de ellos, que habían entrado tarde en la Orden, pero influyentes y con elocuencia, declaraban sin parpadear que la regla, tal como estaba, no respondía ya a las necesidades de la comunidad. Tenían sus ideas sobre la cuestión. Era preciso, decían, organizar la multitud de Hermanos en una Orden fuertemente constituida y jerarquizada. Y por esto se debían inspirar en la legislación de las grandes Ordenes antiguas y no retroceder ante construcciones amplias y duraderas, que darían a la Orden de Hermanos Menores más altura. Porque, añadían, en la Iglesia, como en todas partes, se respeta al que se hace respetar.
 
Estos, pensaba tristemente Francisco, no tienen el gusto de la simplicidad y de la pobreza evangélica.  Veían que estaban minando la obra que él había edificado con la ayuda del Señor. Y eso le hacía daño, muchísimo daño. Y luego los otros, todos los que so capa de libertad evangélica o por tener aspecto de menospreciarse a sí mismo se permitían toda clase de fantasías y originalidades del peor gusto. Su conducta inquietaba a los fieles y desacreditaba a todos los hermanos. Estos también minaban la obra del Señor. Francisco volvió a abrir los ojos, y fijando intensamente la mirada, murmuró:
– Hay demasiados Hermanos Menores.
Después, bruscamente, como para rechazar esta idea importuna, se levantó y volvió a ponerse en camino.
– Tengo ganas – dijo – de llegar allá arriba y encontrar un verdadero nido de Evangelio. Sobre el monte el aire es más puro y los hombres están más cerca de Dios.
(Leclerc, Eloi. Sabiduría de un pobre, Marova, 1992)
 
Gesto de las semillas. Crismhom, comunidad, Reino de Dios.
 
Peticiones y acciones de gracias (breves y personales)
 
Oración común:
 
Señor Jesucristo, imploramos tu protección e intercesión ante el Padre por toda la comunidad LGTB; por todos aquellos hermanos nuestros que no se aceptan a sí mismos, que se sienten solos y sufren en soledad, que son perseguidos por su orientación afectiva y sexual y que no son comprendidos ni aceptados en su entorno más cercano.Te damos gracias y te pedimos también por Crismhom, para que juntos construyamos tu Reino y seamos luz y faro en nuestra comunidad LGTB de Madrid.
 
Padre Nuestro

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