Yo te amo, Señor, mi fuerza, Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador. Mi Dios, el peñasco en que me refugio, mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoqué al Señor, que es digno de alabanza y quedé a salvo de mis enemigos. ¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca!
¡Glorificado sea el Dios de mi salvación, Él concede grandes victorias a su rey y trata con fidelidad a su Ungido (Salmo 18).