Para los creyentes, el perdón verdadero, el más hondo y puro se realizó una vez en la historia: cuando Jesús con sus brazos extendidos en la cruz nos acoge diciendo: «perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen». Y tras ese instante sobrenatural, nos encomendó una tarea: la de intentar replicarlo con su ayuda hasta el confin de los tiempos.