Recordando a la Inmaculada, pedimos su intercesión para no ser sordos al llamamiento de nuestro Señor, sino prestos y diligentes para cumplir su voluntad en el amplio espectro de matices que nos lleva a la felicidad.
Te seguiré a donde me lleves, sin adelantarme, sin forzar el paso; Sabiamente ignorante, iré donde no sé, puesto el corazón en ti, te seguiré.