Hay lugares en los cuales eres completamente impotente. Por mas que quieras sanarte, luchar con tus tentaciones y mantener el control, no puedes hacerlo solo. Cada vez que lo intentas, quedas mas desalentado. Entonces, debes reconocer tu impotencia. Este es el primer paso en Alcoholicos Anonimos y en el tratamiento de todas las adicciones. Tu tambien podrias pensar asi tu lucha. Tu inagotable necesidad de afecto es una adiccion: controla tu vida y te transforma en una victima. Simplemente, comienza por admitir que no puedes curarte solo. Tienes que afirmar por completo tu impotencia para permitir que Dios te sane. Pero, en verdad, no es una cuestion de ahora y despues. Tu predisposicion a sentir tu impotencia ya implica el comienzo de la entrega a la accion de Dios en ti.
Cuando no puedes experimentar en ti nada de la presencia sanadora de Dios, el reconocimiento de tu impotencia resulta demasiado amenazante. Es como saltar desde una tierra alta sin una red que te reciba.
Tu predisposicion a liberarte de tu deseo de controlar tu vida revela una cierta confianza. Cuanto mas renuncies a tu obstinada necesidad de conservar el poder, mas te contactaras con Aquel que tiene el poder de sanarte y guiarte. Y, cuanto mas te contactes con ese poder divino, mas facil sera confesarte a ti mismo y a los demas tu impotencia fundamental.
Una manera en que sigues aferrandote a un poder imaginario es esperar algo de las gratificaciones exteriores o de los eventos futuros. Mientras te escapes del lugar en que estas y te distraigas, no podras dejarte sanar por completo. Una semilla solo fructifica si permanece en la tierra en que fue sembrada.
Mientras estes permanentemente desenterrandola para ver si esta creciendo, nunca dara frutos. Piensa en ti como en una pequena semilla plantada en un suelo rico. Todo lo que tienes que hacer es quedarte alli y confiar en que el suelo contiene todo lo que necesitas para crecer. Este crecimiento tiene lugar aunque no lo sientas. Tranquilizate, reconoce tu impotencia, y confia en que un dia sabras cuanto has recibido.
(Herni J. M. Nouewn, la voz interior del amor)