Dos respuestas desde los jesuitas
No todo han sido reacciones negativas en el mundo católico, y aunque no puedan ponerse al nivel que las de la jerarquía, es significativo que se produzcan. Destacamos dos que no provienen de grupos de fieles ni de grupos “de frontera” que hayan mantenido, en circunstancias difíciles, posiciones aperturistas, sino de publicaciones en The Jesuit Post, un medio jesuita.
Tenemos en primer lugar una entrada titulada “#LoveWins”, referida al ya conocido hashtag. La escribe un joven jesuita, Jason Welle, y habla de su experiencia personal. Y es que su abuela vivió en pareja con otra mujer durante 50 años. Nana, su abuela, y su pareja, Dot, se mudaron a California poco después de la Segunda Guerra Mundial. Buscaban poder realizar una vida en familia junto con los dos hijos de Nana, el padre de Jason y su tío. En aquella época, tenían que ocultarse y corrían todo tipo de riesgos, incluido perder la custodia de sus hijos. Nada de ello impidió para que la pareja se viviera profundamente católica. De hecho, fueron determinantes en la experiencia religiosa de su nieto jesuita: “Nana y Dot fueron también la mayor influencia en el crecimiento de mi fe católica. Su casa en un lugar de oración y piedad. Eran ministros de la Eucaristía en su parroquia, daban la comunión a quienes no podían salir de casa y a los mayores hospitalizados. Me enseñaron a rezar el rosario. Más aún, me enseñaron los valores del amor, la fidelidad y el cuidado mutuo. Y lo mismo que estaban encantadas con que fuera monaguillo, estarían muy felices de que falten solo meses para que me ordene de diácono y presbítero en los jesuitas”. Tras reconocer que muchos aún seguirán discutiendo sobre el tema, termina diciendo: “rezo para que esta decisión, que acerca a gais y lesbianas al centro de la sociedad americana más que nunca, sea una oportunidad para un mayor entendimiento, amor mutuo y cuidado de los unos con los otros”.
Como si se tratase de una respuesta a este mensaje, un editorial firmado por el editor jefe de The Jesuit Post, Michael Rossmann, se titula “#LoveHurts” (“el amor duele”), y busca hacer ver la situación en que se encuentran algunos católicos, que por un lado conocen personalmente a personas LGTB y se alegran de la noticia (saben que la decisión del Supremo supone no solo la igualdad legal sino también un acto de reconocimiento a quienes han sufrido años de marginación) pero por otro lado se sienten miembros de la Iglesia y saben de la contrariedad que otros están viviendo. Rossmann no resuelve el problema, se queda en la tensión de los que se sienten entre dos orillas. De ahí lo de “el amor duele”. Espera, eso sí, que esta posición intermedia, vivida con dificultad, sirva para acercar posturas: “Quienes nos vemos incómodamente atrapados entre nuestros dos amores —el amor por nuestra Iglesia y el amor por nuestros hermanos y hermanas LGTB— tenemos así un papel crucial que desempeñar al interactuar con cada uno de ellos. Deberíamos, al menos, ayudar a cada lado a valorar lo bueno en la otra. En un mundo ideal, podríamos quizá incluso ayudar a cada uno a dialogar con el otro. Pero entonces, en un mundo ideal, no estaríamos atrapados entre dos amores. Este no es un mundo ideal. En nuestro mundo, en este momento, #LoveHurts”.