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Una nueva realidad está presente (2 Corintios 5, 17) |
Comentario:
Pablo se encontró con Cristo, el Señor resucitado, y se convirtió en una persona nueva, así como le pasa a todos los que creen en Cristo. Esta nueva realidad no es visible a simple vista. Es una realidad de fe. Dios vive en nosotros por el poder del Espíritu Santo y nos hace participar en la vida de la Trinidad.
Por este acto de nueva creación se supera el pecado original y se nos inserta en una relación salvífica con Dios. De ahí que se puedan decir cosas verdaderamente extraordinarias de nosotros. Como dijo Pablo: en Cristo somos una nueva criatura; en su resurrección la muerte ha sido vencida; ninguna persona o cosa nos puede arrebatar de las manos de Dios; somos uno en Cristo y él vive en nosotros. En Cristo somos «un reino de sacerdotes» (Ap 5, 10), al darle gracias por haber vencido la muerte y al proclamar la promesa de una nueva creación.
Esta nueva vida se hace visible cuando le permitimos que tome forma en nosotros y nos volvemos «compasivos, benignos, humildes, pacientes y comprensivos». También tiene que hacerse visible en nuestras relaciones ecuménicas. Una convicción común en muchas Iglesias es que cuanto más estemos en Cristo, más cerca estaremos unas de otras. De un modo especial en este 500 aniversario de la Reforma, recordamos tanto los éxitos como también las tragedias de nuestra historia. El amor de Cristo nos apremia a vivir como nuevas criaturas, buscando activamente la unidad y la reconciliación.
Preguntas
- ¿Qué es lo que me ayuda a reconocer que soy una nueva creación en Cristo?
- ¿Qué pasos tengo que dar para vivir mi nueva vida en Cristo?
- ¿Cuáles son las implicaciones ecuménicas de ser una nueva creación?
Oración
Dios trino, te nos has revelado como Padre y Creador, como Hijo y Salvador, como Espíritu y dador de vida, y sin embargo eres uno. Superas y trasciendes nuestras fronteras humanas y nos renuevas. Danos un corazón nuevo para superar todo lo que pone en peligro nuestra unidad en ti. Lo pedimos en el nombre de Jesucristo, por el poder del Espíritu Santo. Amén.