Somos portadores de una gran riqueza, no es lo que tenemos sino lo que somos, la belleza irreemplazable que Dios nos ha dado.
Esta tarde, nuestro hermano Juan no presenta la oración a las 20:30. Siendo el último día de puertas abiertas de esta semana, qué mejor que echar un vistazo a nuestros talentos y cómo los ponemos en movimiento.
La grandeza de nuestra vida no depende de cuánto acaparamos, sino de cómo damos fruto. Porque en el Evangelio, los siervos buenos son los que arriesgan. Nosotr@s estamos llamad@s a mojarnos tanto en un activismo cristiano como en un activismo LGTBI. El Señor nos invita a jugárnosla generosamente, apostando por dar fruto y no por nosotr@s mismos; enterrando, como en la parábola, nuestros dones. Si Dios nos ha entregado estos dones, es para poder ser dones para los demás.