Entregarte a los demás sin esperar nada a cambio solo es posible cuando has sido plenamente recibido. Cada vez que descubres que esperas algo a cambio de lo que has dado o te desilusionas cuando no se te retribuye nada, vas tomando conciencia de que aun no has sido plenamente recibido. Únicamente cuando te sabes incondicionalmente amado (es decir, plenamente recibido) por Dios, puedes dar en forma gratuita. Dar sin esperar nada a cambio es confiar en que todas tus necesidades serán cubiertas por Aquel que te ama incondicionalmente. Es confiar en que no necesitas proteger tu propia seguridad, sino que puedes entregarte completamente al servicio de los demás. La fe es, precisamente, confiar en que tu, que das en forma gratuita, recibirás en forma gratuita, pero no necesariamente de la persona a quien te entregaste. El riesgo radica en que te entregues a los demás con la ilusión de que ellos te recibirán plenamente. Pronto te sentirás como si los demás se estuvieran alejando con partes tuyas. No puedes entregarte a los demás si no eres dueño de ti mismo, y solo puedes ser verdaderamente dueño de ti mismo cuando se te ha recibido plenamente en un amor incondicional.
Gran parte del dar y recibir tiene una característica violenta, porque quienes dan y quienes reciben actúan mas desde la necesidad que desde la confianza. Lo que parece generosidad es en realidad manipulación, lo que parece amor es en verdad un grito en busca de afecto o apoyo. Cuando te sepas plenamente amado, podrás dar de acuerdo con la capacidad de recibir del otro, y podrás recibir de acuerdo con la capacidad de dar del otro. Estarás agradecido por lo que se te de, sin aferrarte a ello, y dichoso por lo que puedas dar, sin jactarte de ello. Serás una persona libre, libre para amar.
(Herni J. M. Nouewen, La voz iinterior del amor)