Libróse Ignacio de Loyola de sus escrúpulos el día aquel y el siguiente, tras hacer ayuno y abstinencia. Mas el tercero día, estando en oración, se comenzó acordar de los pecados; y así como una cosa que se iba enhilando, iba pensando de pecado en pecado del tiempo pasado, pareciéndole que era obligado otra vez a confesallos. Mas en la fin destos pensamientos le vinieron unos desgustos de la vida que hacía, con algunos ímpetus de dejalla.