Pascua

Canto de entrada:
“Venite exultemus Domino, venite adoremus”

Reflexión de entrada
¿Por qué ni los discípulos ni María reconocen a Jesús en las primeras apariciones?
¿No tenía el mismo cuerpo? ¿O estaban tan cegados por la tristeza, por la desesperación, por la duda… que no le podían reconocer por ello? Es un misterio.
Y nosotros, ¿cómo reconocemos a Jesús Resucitado? Su presencia se nos da a través del Espíritu Santo. ¿Tendremos demasiada tristeza y desesperanza como para no reconocerle?
Tal vez esperamos mensajes extraordinarios por parte de Jesús, grandes acontecimientos.
¿Estamos dispuestos a escuchar nuestro nombre? Al reconocer su voz diremos: ¡Maestro!.
La oración, el encuentro con Dios, no necesita de muchas palabras, tal vez un sencillo
balbuceo y una mirada ocasionan un reconocimiento de nuestro Señor, que nos acompaña
hasta el siguiente encuentro. Y así, vamos viviendo, ya aquí el tiempo de la eternidad.
Suspendidos en estos pequeños encuentros con Dios –a veces espaciados, a veces
frecuentes– vivimos el anticipo del Gran Encuentro, que es el más grande anhelo de nuestro corazón. ¿Cómo hacer de nuestra vida un deseo colmado de Amor, del Gran Amor, con el que nos ha amado hasta el extremo, Jesucristo en su cruz y en su resurrección?

Canto: “De noche”
“De noche iremos, de noche, que para encontrar la fuente sólo la sed nos alumbra,
sólo la sed nos alumbra”

Himno de Pascua. (Todos juntos)
Nuestra Pascua inmolada, aleluya,
es Cristo el Señor, aleluya, aleluya.
Pascua sagrada, ¡oh fiesta de la luz!,
despierta, tú que duermes,
y el Señor te alumbrará.
Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!,
el mundo renovado
canta un himno a su Señor.
Pascua sagrada, ¡victoria de la cruz!
La muerte, derrotada,
ha perdido su aguijón.
Pascua sagrada, ¡oh noche bautismal!
Del seno de las aguas
renacemos al Señor.
Pascua sagrada, ¡eterna novedad!
Dejad al hombre viejo,
revestíos del Señor.
Pascua sagrada. La sala del festín
se llena de invitados
que celebran al Señor.
Pascua sagrada, ¡Cantemos al Señor!
Vivamos la alegría
dada a luz en el dolor.

Salmo 71-II. (Salmodiamos en dos coros)

Ant: Él será la bendición de todos los pueblos. Aleluya.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
Que viva y que le traigan el oro de Saba,
que recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.
Que haya trigo abundante en los campos,
y susurre en lo alto de los montes;
que den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Él será la bendición de todos los pueblos. Aleluya.

Del Evangelio de Juan

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y
los otros discípulos le decían:
-Hemos visto al Señor.
Pero él les contestó:
-Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los
clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús,
estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
-Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás:
-Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas
incrédulo, sino creyente.
Contestó Tomás:
-¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
-¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.

Meditación personal en silencio
Preces y acción de gracias (Espontáneamente, en voz alta, quien lo desee)
Padrenuestro
Canto de despedida:

“Ubi caritas et amor Deus ibi est”


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