El misterio oculto del otoño es que cuando la «vida» muere, sus colores internos se muestran. Algo similar ocurre en nuestro interior cuando dejamos ir a nuestro yo de aislamiento, desconexión y egoísmo. En lenguaje religioso, tenemos que dejarnos morir a nuestro ego, a buscar nuestro propio interés, para volver a «nacer de nuevo» a una realidad mayor, más relacional, compasiva y divina.