Repasando cómo la oración vocal nos permite dirigirnos sencillamente a Dios cuando nuestra cabeza y corazón no dan para más. La oración mental, muy propia de la época de Santa Teresa, estaba prohibida para las mujeres. Entrar en diálogo de amistad con Dios, con aquel que sabemos que nos ama. Lecturas, escrituras, reflexión intelectual y de corazón. Cuando el silencio se hace vivo, las palabras ya no son necesarias, se pasa a la oración contemplativa de quietud. Esta oración nos permite recibir el regalo de estar en el mundo y mirarlo con los ojos de Dios. Y así trabajar por su proyecto. Los últimos segundos de Santa Teresa dicen «muero hija de la iglesia».