Sigue luchando para descubrir tu propia verdad. Cuando la gente que conoce tu corazón y te quiere amorosamente dice que eres un hijo de Dios, que Dios ha llegado a lo profundo de tu ser y que estás ofreciéndoles a los demás mucho de Dios, oyes esos comentarios solo como palabras estimulantes. No piensas que esta gente cree verdaderamente lo que dice.
Tienes que empezar a verte como te ven tus verdaderos amigos. Mientras sigas ciego para tu propia verdad, te sigues devaluando y continúas pensando en los demás como personas mejores, mas santas y mas amadas de lo que eres tu. Sobreestimas a todo aquel en quien ves bondad, belleza y amor, porque no ves en ti mismo ninguna de estas cualidades. Como resultado de ello, empiezas a apoyarte en los demás, sin darte cuenta de que tienes todo lo que necesitas para erguirte sobre tus propios pies.
De todas maneras, no puedes forzar las cosas. No puedes hacerte ver lo que ven los demás. No puedes exigirte del todo cuando tus partes están aun descarriadas. Debes reconocer donde estas y asegurar ese lugar. Debes estar dispuesto a vivir tu soledad, tu incompletud, tu falta de encarnación total sin miedo, y confiar en que Dios te dará gente que siga indicándote la verdad de quien eres.
(Herni J.M. Nouewen, La voz interior del amor)