Mirad lo inmenso que es el amor del Padre, que nos llama hijos suyos. Realmente lo somos. El mundo no nos conoce porque a Él no le han reconocido. Lo que seremos, no se nos ha dado aún a conocer, pero seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es. Tener esta esperanza nos hace santos, como Él mismo lo es.