La paz os dejo, mi paz os doy. No la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque Él es más que yo. Dentro de poco no me veréis y os lamentaréis, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría y nadie os la arrebatará.