La diferencia entre naturaleza y educación hace que al llegar a la edad adulta vayamos equipados de forma distinta. Si las relaciones afectivas fueron poco seguras, la ansiedad crece. Si la educación ha culpabilizado las pulsiones, nuestras necesidades humanas tienden a estar reprimidas. Si se valoró la competitividad social, nuestro conflicto viene de la autoimagen. Hasta la adolescencia el desarrollo depende del ambiente, de que no sea opresor, sino posibilizador. A partir de ahí, el desarrollo depende de cómo reaccione el yo con el ambiente.