Mis fuentes

Por ejemplo, el sentimiento difuso de ser diferente o estar marginado, de hallarse «aparte», la adhesion a modelos lite­rarios o artisticos más que a modelos familiares o sociales, porque son las únicas escapatorias disponibles. El niño gay -aqui hay que hablar de «infancia gay»- se ha cerrado primero en sí mismo y ha organizado su propia psicología y su relacion con los demas alre­dedor de su secreto, de su silencio. De esta vida interior extrae su capacidad de transformación. Es quizá lo que explica la relación tan particular, y tan a menudo escrita, de los homosexuales con el mundo de los libros y de la cultura.

Didier Éribon, Reflexiones sobre la cuestión gay, Anagrama 2001, pág 50.

Cardumen de peces o bandada de aves, que de repente cambian de dirección… Ahora lo que respira cualquier adolescente que se vislumbre gay es que debe trabajarse un cuerpo diez y hacerse un perfil. Pero hace años intuíamos que teníamos que leer, leer mucho. Luego sucedió ese cambio de dirección, a algunos nos ha pillado con el paso cambiado. Tirar los libros, agarrar las mancuernas.

Quienes me leáis veréis cuáles son mis influencias, que os cuento.

San Francisco no gustaba de la posesión de libros, que entonces era un lujo. ¡Hombre Francesco, conviene la probreza, pero… no la pobreza mental! Poco después sucedió que muchas de las máximas mentes fundacionales medievales del que podríamos llamar Sistema Operativo Occidente son franciscanas: qué bien lo pinta Umberto Eco en El Nombre de la Rosa.

Uno de mis favoritos es Theilard de Chardin, sacerdote y paleontólogo francés. Los científicos le menospreciaban por cura, y los religiosos, por evolucionista. Muchas de sus obras consistían en fotocopias que sus admiradores se iban pasando. De Theilard me lo he leído todo, y mira que es difícil, porque su escritura no es sencilla y porque las ediciones no abundan. Este trozo me obsesiona, sacado de sus escritos esenciales; lo plastifiqué y lo puse en mi cuarto,

Sufrimiento total…medido en ¿Dolorones, en Sffr’s, quizá?, magnitudes inventadas, lo que me gusta de las llamadas ciencias duras es que tienen unidades de medida, no como las blandas humanidades. Ese sufrimiento horrible, horrible, ¡mientras yo tecleo aquí cómodamente!

Esto ha pasado siempre, pero nuestra época se revela más y se rebela más. Heterosexuales que ya no quieren tener hijos; con cinisimo y sospecha, ¿para qué, si mira lo que les espera? se dicen.

Un día llegará donde surja en la conciencia de los vivos, la ardua sentencia que condena a los no nacidos. ¡Qué pueblo de pecadores transcendentales el que acierte a poner el gorro de cascabeles en la amarilla calavera que llenaba de meditaciones sombría el alma de los viejos ermitaños! ¡Qué pueblo de cínicos elegantes el que rompiendo las leyes de todas las cosas, la ley suprema que une a las hormigas con los astros, renuncie a dar la vida, y en un alegre balneario se disponga a la muerte!”.

Ramón del Valle Inclán, Sonata de Invierno, 1905

Louis Pasteur: Un poco de ciencia nos aleja de Dios, un mucho nos acerca. Y añadiría yo, un poco de estadística nos aleja de Dios, un mucho nos… ¡Nos abruma! ¡También nos acerca!  La estadística es disciplina abrumadora. La Tierra es sitio poco apropiado para trabajarla, lo normal en el Espacio es el hueco vacío, lo raro las estrellas, lo muy raro los planetas, y lo rarísimo, exponencialmente rarísimo, los planetas con vida inteligente que cuestione las bases de su Espacio.

Esta gráfica estadística inventada me obsesiona.  Escala temporal de Sffr’s de dolor:

En azul, el sufrimiento relativo de todos los seres vivos, desde la más humilde bacteria hasta el de la mujer que está siendo ahora violentada. [ Dolor total dividido por la cantidad de dolientes.  ]  La línea roja el dolor absoluto sin dividir: el chorro de grito que sube del planeta. Y ahora, lo más inquietante. Lo que me hace temblar de miedo, suspense.

La proyeccion, interpolación, roja. El peor escenario, como se dice ahora, el deseo de Satanáusea, que por ejemplo hubiera querido una segunda guerra mundial de once años. La proyección amarilla, tal vez la más cuerda. Y la verde, la que nos gustaría. Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará, dijo Ella en Fátima. Y debemos para trabajar para que ese triunfo pase en ciudades limpias, no sobre cucarachas hurgando escombros. ¡Jesucristo Señor de la Historia, DiosaDios, que tu Voluntad se cumpla y además nos alegre!


El estilo David Deutsch se parece al de Theilard; nació en Israel y tiene una gigante carrera. La estructura de la realidad / The fabric of Reality, es un libro pavoroso en cuyo final, si mal no recuerdo ―lo pedí a a una biblioteca, no tengo el ejemplar delante― llega a decir que el remate del Universo, o mejor, de los Multiversos, consistirá precisamente en la conversión de toda su materia a pensante, viviente. Ni más ni menos que el punto Omega de Theilard, diría yo. Sin embargo, en la generosa bibliografía de Deutsch ―su cultura es oceánica― no figura el francófono Theilard, no sé si por ignorancia o por eludir torticeramente el nombre de Dios: Deutsch parece ateo militante, y en su cuidadosa elisión va, sin querer ni darse cuenta, formando precisamente una buena imagen de Dios. Como en el Panteón de Roma: que lo más llamativo es el hueco, el no-edificio en que también consiste.


http://es.wikipedia.org/wiki/Pierre_Teilhard_de_Chardin

http://es.wikipedia.org/wiki/David_Deutsch

[ Se abren en ventanas nuevas ]

El gen egoísta de Richard Dawkins. Lástima que él dedique muy poco tiempo al gaísmo, lo hace de pasada, y como mucha gente que habla de nosotros, confunde la pluma ―conozco heterosexuales con bastante pluma, que es una sofisticación, no es teatral ni femenina, es otra cosa― con la seducción y el emparejamiento entre dos mujeres o dos hombres. Y da pie para que pensemos, parafraseando el título de su libro, que nosotros, los gais y lesbianas, tenemos, precisamente, un gen bondadoso. Un gen que quiere más a su cuerpo, a su fenotipo, que no al hecho de reproducirse a cualquier precio. Ahí dejo ese guante para quien quiera tomarlo y seguirlo. Yo a veces, para rizar el rizo, escribo “PlvhmA”, plumeándome la ortografía misma.

John Boswell, por supuesto. Tengo casi todos sus tochos, releídos cuidadosamente. Tú tienes el libro entre las manos, gordo, macizo ―[ ! ]― y tú abres la cubierta de la edición cuidada de Las bodas de la semejanza, y llegas a la número diecisiete de sus más de seiscientas:

En el panorama psicológico del Occidente moderno, tres características peculiares ejercen particular influencia en la comprensión y la percepción que cualquier lector moderno tiene del amor romántico. Y de las pautas de emparejamiento en las sociedades antiguas (ya fueran parejas mixtas, ya del mismo género). La primera de esas características es la preocupación prácticamente obsesiva que por este tema muestra la cultura industrial moderna. Es probable que un futuro observador de los monumentos culturales del Occidente moderno tenga la impresión de que el amor romántico es el interés primordial de la sociedad de los siglos XIX y XX.

Y así es, John. Certera introducción. Pero no hay vuelta atrás. No es porque nuestras sociedades sean industriales o post industriales, es por la evolución misma de Homo Sapiens. ¿Desechar el amor romántico? ¿Volver al matrimonio concertado? ¿Que descartemos los significados de enamoramiento y volver a las costumbres de relación humana de antes de 1800? Yo no lo veo, aunque sospecho que la promiscuidad urbana es un mentís a eso, una forma de relación donde desaparece el «yo». ¿Volver al paganismo romano en esto? Por desgracia John seguramente cayó también víctima de…,  Hic sunt leones, ahí no quiero entrar más. Murió de sida, con 47 años.

http://es.wikipedia.org/wiki/John_Boswell

No puedo aquí resumir lo fecunda que me fue la lectura de John Boswell.  Hemos tenido una gran suerte con que existiera. Yo espero que su corta vida en la Tierra él la haya disfrutado mucho.

Los místicos de occidente, de Élemire Zolla… Disculpadme, voy un momento a la cocina a pesarlos. Sí, dos kilos quinientos gramos. Cuatro volúmenes, uno para cada época. Nada de PDFs: papel, polvo sobre el lomo, paciencia leyendo… Prodigiosa colección. Renueva la confianza sobre nuestra especie. Desde luego, estos cuatro volúmenes son lo más diferente a un visionado de telediario, lleno de sangres y horrores. Va contando de cada místico su peripecia, sus escritos. ¿Cuántos creéis que hay, de estos personajes? Pues no. Eran, son muchos más.

¡Ah, qué bueno también El señor de la Historia de Douglas Pajariño!

El más inquietante de todos es este, porque considero que tengo menos libre albedrío del que creo tener. Este es un tema delicado que cruza la psicología y la neurociencia. Muy complejo e inquietante.

A Pablo D’Ors le sigo el rastro. Él es capellán en el «piramidón.» En esta entrevista cuenta algo importante para mí, la necesidad de que los escritores cristianos seamos luminosos. Que dejemos letras que alegren a la lectora, que le arreglen el día al lector, que construyan el Reino. Es una textura difícil de manejar, yo espero lograrlo en este blog. Y sigo a otro diferente padre, Fortea. Su lectura puede poner los pelos como escarpias.

En cuanto al debate entre esencialistas y constructivistas ―o construccionistas―  soy esencialista. Tengo claro que soy gay porque alguna parte de mi genotipo o fenotipo así me lo dicta, no puedo hacer nada por evitarlo. Decir que el gaísmo es una construcción social me parece una soberana ch****. ¿Acaso podría ser la conducta homosexual una ocurrencia que alguien inventase, llevase a cabo y después otros imitaran? Pero…, ¡ojo…! Porque cuando voy a las “manis” del orgullo gay, aquí en Madrid, en España, y veo esas riadas de decenas de miles de personas, me pregunto, pero esta gente, ¿dónde estaba antes? ¿Qué construcción de ideas sociales ahora las saca y antes las escondía?

También habréis notado que no funciona igual el gaísmo urbano que el rural. Ahí tenéis dos construcciones sociales que no brotan simplemente del ADN de las personas en cada situación.

R. L. Bruckberger. Y el Sincero para con Dios, de John A. T. Robinson, con todas las raíces que sacas si tiras de él: Rudolf Bultmann, Paul Tillich…

Ya en las playas pedregosas del ridículo cito también, algo penosos, Daniel Dennet  Romper el hechizo, la Carta a una nación cristiana de Sam Harris o el Dios no existe de Hitchens. ¡El descacharrante caso de Anthony Flew! Sus ángeles personales deben estar tronchados de risa por el difícil trabajo que les ha tocado.

Hablando de novelas… mi favorita, El Danzarín y la Danza, novela que os recomiendo. Aparte de las memorias de Oscar Wilde, creo que de entre toda la literatura gay no puedo hablar mejor de otra.

Lo anterior, libros. En pantallas, por Internet, sigo mucho el rastro de Fe Adulta y migas que encuentro por aquí y por allá, que no os cifro ahora.

¡Muchas gracias por leer! Acerca de la atención en la era de internet tengo una frase algo cínica,

Antes de internet, amable era quien te escribía una carta.

Después de internet, amable es quien se lee la carta.

Así que os lo agradezco de corazón, os envío castos besos desde esta pantalla. Os recuerdo que somos privilegiados por disponer de estos medios. ¡El coltán, la energía, los cableados…! Que Dios nos ayude a construir el Reino con ellos.

Un tesorillo, pude hojearlo pero no lo tengo en propiedad, vaya… Del uruguayo Alberto Nin.

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Son mis fuentes espléndidas. Lo que pasa es que riegan contra mi mediocridad.

Salieri no tuvo nada que ver con la muerte de Mozart, pero Alexander Pushkin y Milos Forman no dejaron que la realidad les chafase una buena historia. Antonio Salieri sabe reconocer la muy buena música, conoce la armonía y el contrapunto, pero le cuesta soplar una inspiración genial. En la película, cuando Antonio sentado al teclado recibe una inspiración creadora que a él le parece buena, mira una cruz y dice  grazie, Signore.

Para mi mediocridad vulgar. Escena final de Amadeus,

Castos besos desde tu pantalla.


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