Dios se relaciona y se revela a nosotros en todo momento y Dios se vale de cada uno de nosotros para mediar y traer a los demás su presencia. Aprendiendo a reconocer las mediaciones de Dios en nuestra vida cotidiana y a hacerse mediador y mensajero suyo. Pensando en las mediaciones como posibilidades reales de encuentro y no obligaciones éticas, porque ante el hambriento o sediento surge la posibilidad de encuentro dando de comer o beber, sin ser necesariamente movido por la obligación ética de hacerlo.