Mas en esto vino a tener Ignacio de Loyola muchos trabajos de escrúpulos. Porque, aunque la confesión general había sido con asaz diligencia, y toda por escrito, como está dicho, todavía le parescía a las veces que algunas cosas no había confesado, y esto le causaba mucha aflicción; porque, aunque confesaba aquello, no quedaba satisfecho.