Contemplando la llamada interna de cada uno a ser feliz, a encontrar su sitio. Cayendo en la cuenta de lo que me llama: personas, acciones y cosas que me llenan de profunda alegría. También situaciones difíciles y duelos, presencia silenciosa junto a personas donde pese a pasarlo mal quiero estar. Mirando cómo Dios mismo se vale de todo eso para llamarnos, para que cada cual encuentre lo que más feliz le hace.