Nunca penséis ha de estar secreto el mal o el bien que hiciereis, por encerradas que estéis. ¿Y pensáis que aunque vos, hija, no os disculpéis, ha de faltar alguien que torne por vos (os defienda)? Mirad cómo respondió el Señor por la Magdalena en casa del fariseo, y cuando su hermana la culpaba (Lc 7, 36-40 y 10, 38-42). No os llevará por el rigor que a Sí (Cristo), que ya al tiempo tuvo un ladrón que tornó por Él (le defendió), cuando estaba en la cruz (Lc 23, 41); así Su Majestad moverá a quien torne por vosotras (os defienda), y cuando no, no será menester […] Porque comienza a ganar libertad y no se da más que digan mal que bien, antes parece es negocio ajeno […] Así es acá: con la costumbre que está hecha de que no hemos de responder, no parece hablan con nosotras (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 15, 7).