La sabiduría de Dios, un tesoro inagotable

Aprendí la sabiduría sin malicia, la reparto sin envidia y no me guardo sus riquezas. Porque es un tesoro inagotable para hombres y mujeres: los que la adquieren se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda (Sabiduría 7,13-14).


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